Alegría Martínez
Amanda Farah, dramaturga y actriz, y María José Caballero, directora, detonan un sonoro aplauso y una valiosa reflexión en el público, testigo de su espectáculo, Esto no es un stand up, que a partir de un profundo análisis ante la explosión de dudas que emite el “Ser o no ser” -monólogo del tercer acto, primera escena de Hamlet- cuestiona, analiza y desarrolla, con agudeza y sentido del humor, lo que genera en la protagonista un sisma familiar, así como los lastres de la herencia patriarcal que ha determinado la vida de las mujeres, incluida la de ella y la de muchas más, que ahora nos arrancamos partes de esa dolorosa costra.
La actriz entra al escenario con la alta energía de una standupera, donde la espera un micrófono de pedestal ante un breve telón color rojo y un alto banco de madera, iluminado por un reflector, desde donde reitera lo que niega el título del montaje.

La comunicación con los espectadores fluye desde el primer momento y abre la discusión sobre la famosa obra de Shakespeare, escrita “por un hombre para actores hombres”; la expansión diversificada de quienes han querido imitar al dramaturgo inglés, incluido Chespirito. Así como la vieja “moda”, ya gastada de actrices que han representado al príncipe de Dinamarca. Este caudal de planteamientos, entre otros, abre paso a la ejecución de la primera regla de los espectáculos a cargo de una sola persona, en los que el humor gira en torno a episodios de vida de quien lo ejecuta.
Sin embargo, el suceso que comparte Farah, parte de un doloroso asunto familiar, que la induce a intentar explicárselo, comprenderlo, asimilarlo y llegado el momento, liberar la pesada carga que ese suceso ha significado en su vida. Etapa, a la que al parecer ha llegado, en tanto esta obra de su autoría, dejará de escenificarse -después de las dos próximas funciones- como la ha hecho hasta ahora.
Esto no es un stand up, es una obra bien escrita que denota una valiosa investigación sobre lo que implica ser hoy una mujer y actriz plena, cuando se ha heredado y padecido un opresivo sistema machista.
Se trata de un texto revelador que sacude, duele y haca reír por etapas, interpretado por una actriz que expone con plena honestidad sobre el escenario los obstáculos que la sociedad, la familia y el sistema patriarcal han construido durante siglos.

Pero Farah va más allá, al dar ejemplos de sus propios cuestionamientos ante el mecanismo que desde la infancia condicionó a las mujeres cercanas a su generación, a servir, a no estorbar, a pedir perdón y permiso para existir.
Las circunstancias por las que atraviesa en escena esta actriz y dramaturga, son las de muchas feministas que a la luz de la actualidad se cuestionan las fortalezas y debilidades, de esta postura, que ahora adquiere nuevos tonos y rasgos en la voz de nuevas generaciones, a partir de lamentables hechos que se han perpetuado.
Lejos de montajes feministas que agreden y vociferan o claman venganza, esta obra unipersonal integra un análisis exhaustivo de lo que es “Ser” y “no ser”, de esa dualidad que transita de un estado a otro, en la cotidianeidad y en lo más profundo de la existencia femenina.
El valioso texto de Farah, da cuenta de su búsqueda en la poesía y en la obra de autoras imprescindibles como Ursula K Leguin, Idea Vilariño, Mary Oliver y Susan Sontag, entre otras. De cómo sus palabras, imágenes e historias abren caminos.
El impacto y la reflexión que dejan algunas series, como “El oso”, o cintas, como La anatomía de una caída, entre alguna más, pero esencialmente el resultado del Test de Bechdel, que evidencia la pobre presencia de mujeres en el cine, inspirado en Una habitación propia, de Virginia Woolf, ensayo en el que la escritora británica destaca la limitada presencia femenina en la literatura, y de ahí el hecho de que los personajes femeninos son construidos en torno a los hombres, apuntalan, además de su propia experiencia, el texto de Farah.
La protagonista de este espectáculo -que vestida de blanco y negro, se despoja de alguna prenda, según el estado y escena por la que atreviesen actriz, dramaturga y personaje- no está en pie de guerra contra los hombres, y su honestidad va más allá en cuanto a confesiones, alguna vinculada al “polvo enamorado”, quizá cercano al amor inmortal que en su caso viaja y se ancla por gusto intensamente.

A diferencia de quienes se dedican únicamente al Stan up, Farah le abre espacio a la poesía, a un fragmento shakespeareano y a otros textos, a los que su experiencia actoral dota de autenticidad y hondura, así como a su propia tragedia, y al humor y la crítica que así blindan la existencia.
Como si tuviera alas, la actriz viaja de género y de un tono a otro, mediante un trabajo en equipo con la directora María José Caballero, cuya capacidad para profundizar en el detalle que sostiene cada acción, -como lo demostró al dirigir La sombra, de John Fosse, protagonizada por Montserrat Ontiveros- toma en este caso un giro para travesar de la mano de la actriz-dramaturga, cada desafío impuesto por la complejidad liberadora de esta obra.
Con un diseño de iluminación de Ana Luisa Gama, que inserta a la protagonista bajo la potente luz blanca del espectáculo cómico, la enmarca con calidez en momentos poéticos y la tiñe de violeta cuando así lo exige la versatilidad de ficción intermitente, por la que Farah se aventura, Esto no es un stand up, cuenta también con la eficaz producción ejecutiva de Jatzke Fainsod.
Esto no es un stand up, retoma las virtudes de este tipo de espectáculos, para crear un montaje honesto, auténtico, profundo y divertido, realizado con profesionalismo por Amanda Farah y María José Caballero, que cuestionan ese eterno “ser o no ser”, por el que ha transitado la mujer, que ahora hace un franco y decisivo alto para diluir por completo el “no”, y fundar a plenitud el “Ser”.
Aquí el dato: Esto no es un stand up ofrecerá dos únicas funciones el sábado 15 y el domingo 16 de febrero, a las 20:00 horas, en el Foro Alternativo, dentro del Centro Cultural Helénico, ubicado en Avenida Revolución, 1500.
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