Alegría Martínez
Ensayo abre las entrañas del espacio secreto, ese laboratorio escénico de prueba y error, destinado exclusivamente al equipo artístico, es expuesto al público, que será testigo del escarpado camino para crear distintas capas de ficción, adheridas a exhalaciones de rabia, verdades, nostalgia y pérdidas. Dos actrices, un escritor y un director, expulsan lo acumulado en 20 años, desde que los unió la amistad, más tarde el amor y la ilusión de transformar la realidad, hasta que ésta les cae encima, a partir de una mirada.
Sonia, María Inés, José y Daniel, se reúnen en torno a una mesa de madera clara rodeada por ocho sillas. La luz cae a plomo sobre libretos engargolados, plumas, libros, termos con agua. Ahí, en esa isla de palabras a la espera, iluminadas por lámparas de cine, la escenografía e iluminación de Gabriel Pascal crea una isla poderosa, ante la que se desatarán creatividad, pesar y furia.

Sobre un pizarrón color negro, al fondo del escenario, se lee: “Somos una raza que se apaga. Siento la sangre salir de mi cuerpo. Estoy lista para morir”, Ensayo 19:00. A punto de comenzar el ensayo sobre la Rusia de Stalin, el silencio se rompe con el estallido de Sonia, la actriz que exhala rabia en palabras desbocadas. Su irritación avanza demasiado rápido. Apenas a tiempo para intuir qué sucede. El personaje tiene el nombre de la actriz que la representa, como es el caso de todos, aunque sin apellido.
Sonia Couoh inicia un monólogo, como lo harán los demás posteriormente. Su personaje se dirige a sus compañeros de escena absortos. Instalados en un silencio que avanza como lava, mientras la mirada de cada uno reacciona de manera distinta a cada embate de palabras. Ahí, sentados en su silla, sus cuerpos parecen sujetos a una balsa que comienza a hundirse.
Ella los enfrenta con los parlamentos del personaje que representa de la obra situada en Rusia. Párrafos envueltos en coraje, cuestionamientos y reclamos se mezclan con la desoladora situación íntima del personaje que interpreta en escena, mismo que advierte no estar dispuesto a limar asperezas y en cambio sí lo está a dejar el grupo llamado La estructura, el mismo que ella ha comenzado a romper a golpe de palabras.
Pascal Rambert, (Niza 1962), invita al espectador al interior de un teatro donde tiene lugar un ensayo, lugar de incertidumbres, musas y demonios en busca de lo inefable.
Su obra titulada Ensayo -en la que los cuatro personajes en escena, están ahí para interpretar a su vez, a un grupo de personajes ficticios: Stnaley, Clay, Iris y Diane, éstos relacionados con Stalin y su mujer, Mandelshtam y su esposa, Scott y Zelda Fitsgerald- es un texto crudo y filosófico enraizado en la pasión de cuatro artistas, seres humanos que compartieron sueños, e hicieron teatro hasta que la amistad, el mundo y la sociedad se transformaron.

El texto de Rambert, parte del torrente contenido en una mirada. No solo expone, como si se tratara de una disección de cuerpo y alma, lo que las dos actrices, el escritor y el director han sentido y callado por mucho tiempo, aunado a sucesos recientes que vulneraron su relación de pareja y de grupo, también aborda la complejidad que implica el proceso creativo de la ficción, el camino por el que andan quienes se afanan en generarla, e incluye al espectador, al que le toca relacionar, imaginar, construir las relaciones entre lo que observa y escucha.
María Inés por su parte, la más carnal de los tres personajes, reclama los 20 años en que cada uno se ha ocultado a sí mismo. Ella alude a “Susana y los viejos”, óleo sobre lienzo de Giovanni Francesco (Guercino) Barbieri (1617), que muestra a la joven Susana espiada durante su baño por dos viejos, y quizá por un tercero ausente, que como el público de Ensayo, se inmiscuye cual voyeur en la intimidad y en la horadada actividad creativa de quienes conforman el grupo “La estructura”.
Para la actriz -que confronta al espectador mediante palabras e imágenes sexuales claras y rotundas, al director y al dramaturgo, en tanto artistas y personas con las que se relaciona placenteramente- la pintura barroca antes mencionada, confirma que “los seres humanos somos caníbales visuales”.
María Inés afirma que “las palabras no corresponden con la realidad del acto que ocurre ante nuestros ojos y el lenguaje es lo que el otro imagina de lo que nosotros decimos, por lo que vivir es mantenernos fuera del alcance de quienes nos miran”, pero ante todo, el goce y la piel forman parte de su reino.

La actriz María Inés Pintado, -a quien hemos visto como protagonista de Virginia: La muerte de la polilla, en el papel de Virginia Woolf, que dirigió Aline Menassé, traductora y actriz en Un espíritu burlón, de Nöel Coward- crea para Ensayo, un personaje, irruptor, claro, complejo y contundente que galopa en el brío de la causa que defiende.
Pepe, el escritor, se confiesa ante lo que percibe como su estatura humana y artística frente a la de Daniel, el director. El dramaturgo es preso de un silencio que lo arrincona en su escritura, donde retoma la libertad y la fuerza. El actor José Carriedo conmueve progresivamente en su desamparo, bajo la piel de este personaje que tras gritar lo que le aqueja, elige la inmovilidad y el silencio de un animal bajo la mesa.
Daniel Martínez, que en esta oportunidad abre un poco más de lo acostumbrado el espacio actoral para que su personaje pueda bajar la guardia, realiza el papel de Daniel, el director, arrollado por los sueños triturados, por el ideal fugado de una utopía desvencijada. Cierto de la destrucción de un mundo en el que “la verdad quema”, pero convencido de que justamente la verdad está en la ficción, su personaje se adhiere a un grito cíclico dirigido a los jóvenes, que se vuelve un llamado de auxilio desencajado.
Bajo la dirección de Juan Manuel García Belmonte, Ensayo es una experiencia que, entre suaves notas de violonchelo, violín y el percutir de lluvia, suspende al espectador entre las distintas estructuras de una obra compleja que incomoda, seduce, sacude y conmueve, al propiciar el caudal de significados que emiten actrices y actores a través de su mirada, mientras uno de ellos libera en palabras lo que hasta ese instante encubrió su silencio.
La obra que se ha presentado exitosamente en Francia, Italia y España, producida en México por Hanna Berumen, cuenta con traducción de Coto Adánez, escenografía e iluminación de Gabriel Pascal, música original y diseño sonoro de Rodrigo Castillo Filomarino, diseño de vestuario de Daniel Moreno y Salvador Hernández, S.h.g VESTUARIO, asistencia de dirección de Diego Alonso y asistencia de producción de Vero Barba.
Aquí el dato:Ensayose presenta jueves, viernes y sábados a las 19:00 horas y domingos a las 18:00 horas, hasta el 18 de agosto, en el Teatro Granero, Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque. Reforma y Campo Marte. Duración: 120 minutos.
Música original y diseño sonoro de su servidor, Rodrigo Castillo Filomarino