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El eterno esplendor de María Félix

“Es la mujer más linda que yo he visto y su cara es un sueño, los ojos, los ojos son dos almendras de sombra y de cielo y cuando te mira te olvidas de todo hasta de ella misma para ver esos ojos, los ojos de ella nada más, su frente es malta, limpia y te dan ganas de rozarla con tus labios como un cariño más que como un beso y rozarle las mejillas con tus labios secos y su boca unos labios como dos relámpagos rojos, cuando se enoja, porque te advierto que tiene su genio”


Con estas palabras José Juan Reyes (Pedro Armendáriz) un seminarista, reconvertido en general revolucionario, describe a Beatriz Peñafiel (María Félix) la mujer más bella y voluntariosa de Cholula, Puebla. Y con esas mismas palabras, veinte años después, el periodista Ricardo Rocha cierra su conversación con María, consiguiendo lo inimaginable: María siendo la que es, la que fue y la que será, se conmueve y abandona por unos instantes el personaje construido desde 1943.


A propósito del nacimiento y muerte de María Félix acontecidos el mismo día, un 08 de abril de 1914 y 2002 respectivamente y a manera de homenaje, aquí una aproximación a su filmografía y a la que quizás sea, al día de hoy, su película más emblemática: Enamorada (Dir. Emilio Fernández, 1946).



Los pasos de María por el cine.

La carrera cinematográfica de María es un caso inusual, no en términos de origen, ya que dicha fórmula se repite constantemente: descubrimiento fortuito y llamado inequívoco a convertirse en estrella, el destino está marcado y las circunstancias son propicias (en realidad una industria que tiene un mecanismo operando) más bien en términos de celeridad, ninguna estrella femenina, en la historia del cine mexicano, salvo Andrea Palma en La mujer del puerto (Dir. Arcady Boytler, 1933) consiguen la proeza de María, debutar en plan estelar.


No solo hay una industria deseosa de crear una estrella femenina equiparable a las masculinas, que tenga su origen en México (Dolores del Río inició su carrera en Hollywood) y que resulte atractiva para el público y por ende a la taquilla (Andrea Palma posterior a La mujer del puerto tendrá una serie de protagónicos con recepción irregular hasta Distinto Amanecer), también hay una mujer con una belleza y carácter que la distinguen del resto de aspirantes.


María, consigue notoriedad en su primera película, El peñón de las ánimas (Dir. Miguel Zacarías, 1942) y en su tercer largometraje, el arraigo en el imaginario colectivo, dentro y fuera de la pantalla con Doña Bárbara (Dir. Fernando de Fuentes, 1943) además del mote que la acompañaría el resto de su vida “La Doña” y lo que esto significa: una mujer lo suficientemente inteligente para permitir la creación de personajes entorno a su belleza y el impacto que tiene en quienes la rodean.


En tan solo dos años, María demuestra ser una estrella, pero todavía se cuestionan sus dotes interpretativas.


La primera aparición de María Félix en el cine: El peñón de las ánimas (Dir. Miguel Zacarías, 1942).
La primera aparición de María Félix en el cine: El peñón de las ánimas (Dir. Miguel Zacarías, 1942).

“El llano la teme y la obedece, su hermosura fascina a los hombres y su oro compra leyes que la protegen y pagan manos que por ella matan, Doña Bárbara, la temible Doña Bárbara” Doña Bárbara (Dir. Fernando de Fuentes, 1943).
“El llano la teme y la obedece, su hermosura fascina a los hombres y su oro compra leyes que la protegen y pagan manos que por ella matan, Doña Bárbara, la temible Doña Bárbara” Doña Bárbara (Dir. Fernando de Fuentes, 1943).

Antes y después de Enamorada.

Si bien María había sorteado las expectativas que genera un debut estelar y un tercer título que consolidó su imagen de cara al público, lo cierto es, que las siguientes películas no terminan por definir dónde se insertaría dentro de la industria fílmica mexicana. Después de Doña Bárbara vendrían títulos de corte histórico en donde su belleza encajaba en otros tiempos y espacios como La China Poblana, La Monja Alférez, Amok y El monje blanco, este último le proporciona su primera nominación al Ariel, máximo galardón del cine mexicano. Aún con el reconocimiento, María no alcanza a demostrar su alcance como actriz y otra imagen de cara al público.


María Félix como Gálata Orsina / Virgen María en El Monje Blanco (Dir. Julio Bracho, 1945) con adaptación de Xavier Villaurrutia.
María Félix como Gálata Orsina / Virgen María en El Monje Blanco (Dir. Julio Bracho, 1945) con adaptación de Xavier Villaurrutia.

La aparición de Emilio Fernández, Gabriel Figueroa y Pedro Armendáriz es fundamental para alcanzar ese último escalón en la carrera de María Félix. Emilio que venía de colaborar con Dolores del Río (Flor Silvestre, María Candelaria, Las abandonas y Bugambilia), Gabriel Figueroa en la fotografía y Pedro Armendáriz como protagónico masculino, conformaron un equipo que estableció un estilo visual y narrativo, en donde se encuentra presente el arraigo a la tierra, la Revolución Mexicana y los amantes destinados a la tragedia.


El cine de Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, es la creación de imágenes idílicas y rostros hermosos, dejando de lado la diversidad y problemáticas de los pueblos originarios.
El cine de Emilio Fernández y Gabriel Figueroa, es la creación de imágenes idílicas y rostros hermosos, dejando de lado la diversidad y problemáticas de los pueblos originarios.

La relación entre María Félix y Gabriel Figueroa es significativa. Antes de colaborar de manera formal en largometrajes, Figueroa fue el encargado de realizar las primeras pruebas fotográficas a una recién llegada María. De ahí no solo se establece un vínculo profesional sino también personal, una amistad que duraría prácticamente toda la vida.


“Le hice sus primeras pruebas y salió muy bella, como era; más tarde le dieron varias películas hasta que filmó Doña Bárbara, que la hizo inmensamente popular” – Gabriel Figueroa, Memorias.
“Le hice sus primeras pruebas y salió muy bella, como era; más tarde le dieron varias películas hasta que filmó Doña Bárbara, que la hizo inmensamente popular” – Gabriel Figueroa, Memorias.

Pedro Armendáriz, la figura masculina más importante de los años cuarenta y cincuenta a nivel interpretativo (con perdón de Arturo de Córdova, Jorge Negrete y Pedro Infante) y conocido por su temperamento dentro y fuera de las cámaras, era el compañero ideal para María.


Desde su ópera prima (La isla de la pasión, 1941) Emilio Fernández explora las relaciones amorosas en ambientes bélicos. La protagonista es aguerrida y el hombre sensible. Antes de María Félix y Pedro Armendáriz, estuvieron Isabela Corona y David Silva.
Desde su ópera prima (La isla de la pasión, 1941) Emilio Fernández explora las relaciones amorosas en ambientes bélicos. La protagonista es aguerrida y el hombre sensible. Antes de María Félix y Pedro Armendáriz, estuvieron Isabela Corona y David Silva.

Por ello, Enamorada, es un hito: el encuentro de cuatro talentos y el nacimiento de una de las parejas más emblemáticas del cine mexicano. Son dos temperamentos y bellezas que en lugar de chocar terminan complementándose. Enamorada es la consolidación de la carrera de María Félix a través de su talento: encuentra una película a su altura, en todos los niveles, técnicos y artísticos.


Enamorada incorpora un nuevo arquetipo a la filmografía de María Félix: la representación de la mujer revolucionaria.
Enamorada incorpora un nuevo arquetipo a la filmografía de María Félix: la representación de la mujer revolucionaria.

Pese a su título, Enamorada no es un relato de amor (al menos en los términos establecidos en el cine de aquellos años) sino de la transformación a través del otro, José Juan Reyes (Pedro Armendáriz), un general revolucionario acostumbrado a obtener por la fuerza, termina subyugado por el amor que despierta en él la voluntariosa Beatriz Peñafiel (María Félix), quien al final acepta ese amor no por imposición, sino por la capacidad que tiene el otro de comunicar sus sentimientos.


Hay dos momentos significativos en la película: ambos personajes mantienen las distancias tanto físicas, sociales y sentimentales poniendo un balcón y serenata de por medio, para luego, finalizar al pie de un altar hincados y donde el acto litúrgico de la boda es sustituido por el de la confesión amorosa.


No es casualidad que el personaje de José Juan Reyes, antes de general fuera seminarista, confiesa su amor por primera vez en la sacristía de la iglesia (donde lanza la descripción de Beatriz Peñafiel con la que inicia el texto) y en la búsqueda de ser correspondido, compare a Beatriz con la Virgen del Rosario, lo terrenal y lo divino encuentran su imagen y semejanza en María Félix.


Las comparaciones de María Félix con la Virgen María serán una constante en su vida y obra: desde una visión en El monje blanco pasando por una reconstrucción de cartón en Tizoc hasta la canción María de todas las Marías de Juan Gabriel.
Las comparaciones de María Félix con la Virgen María serán una constante en su vida y obra: desde una visión en El monje blanco pasando por una reconstrucción de cartón en Tizoc hasta la canción María de todas las Marías de Juan Gabriel.

Enamorada, también permite conocer una faceta poco explorada de María Félix hasta entonces: su capacidad para hacer comedia. Sus respuestas veloces y mordaces acompañadas de una coreografía que incluyen chamorros, puerta y garrote, hacen las delicias del espectador.


Enamorada muestra su clara inspiración en el cine de Hollywood de los años treinta. No solo toma prestadas algunas imágenes de Marruecos (Dir. Josef von Sternberg, 1930). También es heredera de las comedias alocadas (screwball comedies).
Enamorada muestra su clara inspiración en el cine de Hollywood de los años treinta. No solo toma prestadas algunas imágenes de Marruecos (Dir. Josef von Sternberg, 1930). También es heredera de las comedias alocadas (screwball comedies).

Dentro de la iconografía que Enamorada ofrece de María Félix, hay un momento en particular que ha calado en el imaginario popular: aquella escena en donde sus ojos llenan la pantalla, ella despierta y presenciamos uno de los picos creativos del cine mexicano, donde la canción de la Malagueña salerosa, se fusiona con las miradas de Beatriz Peñafiel y José Juan Reyes.


Con Enamorada, María obtiene su segunda nominación al Ariel, primera estatuilla y el reconocimiento del público y la crítica. También es el trampolín para iniciar una fructífera carrera en Europa, intercalando producciones entre España y Francia, además del inicio de futuras colaboraciones con Emilio Fernández (04 películas más), Gabriel Figueroa (14) y Pedro Armendáriz (07).



María Félix durante el cóctel de bienvenida y presentación de Enamorada en París, Francia, 1949.
María Félix durante el cóctel de bienvenida y presentación de Enamorada en París, Francia, 1949.

Cartel promocional  de Enamorada en Francia. En 1947 Gabriel Figueroa obtiene el premio a la mejor fotografía en el Festival Mundial du Film Palmaris, de Bruselas, Bélgica.
Cartel promocional  de Enamorada en Francia. En 1947 Gabriel Figueroa obtiene el premio a la mejor fotografía en el Festival Mundial du Film Palmaris, de Bruselas, Bélgica.

Después de Enamorada, María Félix continúa su camino por el cine amasando títulos emblemáticos (La diosa arrodillada, Río escondido) interesantes (La corona negra, Camelia, French Cancan) y por reivindicar (Una mujer cualquiera, Los héroes están fatigados, Amor y Sexo) hasta retirarse del cine (más no del ojo público) con La Generala (Dir. Juan Ibáñez, 1970).


Still de La diosa arrodillada (Dir. Roberto Gavaldón, 1947) realizado por Manuel Álvarez Bravo.
Still de La diosa arrodillada (Dir. Roberto Gavaldón, 1947) realizado por Manuel Álvarez Bravo.

Tras el retiro, María vive a partir del mito que se prolonga en las pantallas de televisión con la retransmisión de sus películas y múltiples entrevistas, en declaraciones ingeniosas y memorias que dan cuentan de sus innumerables guerras, luego, como ella misma sentencia: “El momento ha llegado, será fugaz, pero tendrá según espero, además de alegría, un toque de eternidad, de esa misteriosa eternidad que parecen tener aquellas películas en las que ustedes, como sus padres y sus abuelos, todavía ven”


Que sea Enamorada la oportunidad de encontrarnos con María Félix y compartir con ella un poco de su eterno esplendor.




 
 
 

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